Read original article by Katy Ashe* from Stanford University News here
Repentinamente la selva llega a su fin. Un polvo como de huesos me quema las fosas nasales. Estamos en un vasto desierto…descubro una escena apocalíptica: Enormes cráteres de tierra cubiertos de equipo minero. Mineros auríferos ilegales en harapos, motores succionando el barro en largas mangueras. Rostros de mineros cubiertos de aceite de motor y tierra en 18 horas de trabajo diarias. Esta es la escena de cada mañana en las minas ilegales de Madre de Dios, Perú. Sigue leyendo