Imperiosa Necesidad de Ley de Información Sobre Plaguicidas


Read original article by Lorne Garrettson* and Richard L. Humphrey* here

Todos los días personas de Maryland están expuestas a plaguicidas en el agua de beber, en los alimentos y en las sustancias químicas del hogar, de los jardines y de los lugares públicos. También encontramos plaguicidas en nuestros ríos y riachuelos y en la Bahía de Chesapeake. Aunque la exposición a estos plaguicidas constituye dosis pequeñas, la creciente evidencia sugiere un cúmulo de daños. Desafortunadamente a los oficiales de salud pública, responsable de protegernos, se les niega información básica acerca de cuándo y dónde se usan estos peligrosos plaguicidas.

En Maryland es casi imposible para médicos, especialistas en salud e investigadores biomédicos, entender con precisión los riesgos que traen los plaguicidas. No podemos determinar fácilmente si algún pez muerto en la Bahía de Chesapeake es el resultado del más reciente rociado de un herbicida o si un grupo con autismo tiene relación con los plaguicidas que se usan localmente.

Es hora de cambiar esto con la Ley de Información de Plaguicidas que se llevará a la Asamblea General de Maryland este 2013. La ley requerirá que quienes apliquen los plaguicidas al igual que los que los venden reporten información requerida acerca del uso y de las ventas.

No es sorpresa que los plaguicidas ofrecen riesgos a los más pequeños, infantes y niños. La exposición a los plaguicidas durante el embarazo y la niñez está hoy relacionada a algunos cánceres en los niños y a otras condiciones de salud, incluso retardos en el funcionamiento cognitivo y problemas de comportamiento. Solo hace unas semanas en respuesta a la creciente evidencia científica, la Academia Estadounidense de Pediatría, más de 60,000 profesionales dedicados a la salud y seguridad de los niños estadounidenses, dieron un importante paso promulgando un comunicado destinado a minimizar la exposición a los plaguicidas en niños.

Como médicos que representamos el Capítulo de Maryland de la Academia de Pediatría y de Médicos de Baltimore por Responsabilidad Social respectivamente, estamos muy alarmados por la creciente evidencia que relaciona a los plaguicidas con muchas enfermedades crónicas, que incluyen asma, desórdenes del espectro del autismo, desorden del déficit de atención e hiperactividad (ADHD siglas en inglés), cáncer, enfermedad de Parkinson, a la vez que defectos congénitos y problemas de fertilidad.

Hasta hace poco el paradigma: “la dosis hace el veneno” dirigía el campo de la toxicología. Este principio, que ha influenciado la investigación científica y la ley regulatoria, está hoy disputada por nuevos datos y nuevas maneras de medir las toxinas en el agua, los alimentos y nuestros cuerpos. Nuevas investigaciones publicadas en un artículo del 2012 por el Instituto Nacional de Ciencias de la Salud Medio Ambiental, mostraron que a largo plazo la exposición a mínimos niveles de ciertos plaguicidas puede ser tan dañina como altos niveles de exposición recurrente y puede afectar a un gran número de personas.

Emergente evidencia prueba que el mínimo impacto de alguna sustancia química particular, que reproduce o imita a alguna hormona llamado disrupción endocrina, que incluye muchos plaguicidas, puede adversamente afectar tanto a los humanos como a las especies acuáticas. Mientras que nos enfocamos en la salud humana, reconocemos que las señales de los problemas de salud en otras especies pueden proveer evidencia con respecto a las enfermedades en humanos. Por ejemplo, creciente evidencia prueba la relación entre la atrazina, un herbicida muy común y los peces con gónadas inversas que muestran características de ambos sexos, lo que sugiere un efecto en el sistema reproductivo.

Es claro que debemos mejorar la información con relación a estas sustancias químicas de manera que podamos continuar entendiendo los riesgos de salud por la exposición a ellas, y cuidar mejor de nuestros niños y de nosotros mismos.

Maryland ha reinstituido una encuesta voluntaria del uso y aplicación de los plaguicidas, para ser publicado en un reporte cada cinco años empezando este 2013. El formato era obsoleto e inadecuado, el último fue publicado en el 2004 y la participación voluntaria apenas llegaba al 55%, a la vez que no mostraba datos precisos ni adecuados.

Desde ese año, Maryland ha requerido que los profesionales de salud reporten sospechas de exposición a los plaguicidas. Sin embargo investigar al respecto correctamente es un enorme reto, aunque no imposible, sin la básica información de los mismos plaguicidas.

Como médicos, necesitamos todas las herramientas a la mano para ayudarnos a entender mejor el riesgo que los plaguicidas ofrecen a la salud para proteger a nuestros niños. Creemos que la implementación obligatoria de este reporte a través de la Ley de Información de Plaguicidas, puede ser una herramienta esencial para ayudarnos a proveer el mejor cuidado de salud para las familias de Maryland.

*Dr. Lorne Garrettson (lornegarr@msn.com) es profesor emérito de pediatría de la Universidad de Emory y Dr. Richard L.Humhrey (rlhumphrey205@aol.com) es profesor asociado de patología en la Escuela de Medicina Johns Hopkins

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