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La mayoría de las corporaciones de alimentos enfrentan un dilema. Están bajo la constante presión de Wall Street de hacer más dinero, pero no pueden andar subiendo sus precios ya que el mercado es muy sensible a los precios. Por eso, para hacer que gastemos más en comer, la industria de alimentos últimamente está tratando de extender los límites biológicos de nuestro consumo retando una de las estructuras más básicas, las comidas diarias.
En las últimas décadas, las compañías de alimentos han usado el mercadeo de las comidas simples (single meals) con porciones inflables. La iniciativa tuvo éxito. El Centro de Control y Prevención de Enfermedades ha reportado recientemente que la porción promedio de un restaurante en EEUU es cuatro veces más grande que en 1950. Lo que se traduce en que los estadounidenses están consumiendo unas 2,700 calorías diarias, 500 más que 40 años atrás según publicación en Atlantic Monthly.
El resultado predecible es la obesidad que ahora está en 40% y que ya le cuesta a la nación cientos de billones de dólares en costos de salud. El otro resultado es que las super porciones ahora son víctimas de su propio éxito, y las corporaciones de alimentos ya se dieron cuenta que una persona simplemente no puede comer más calorías en una sola comida. Entonces, como generar más ganancias?, las marcas innovadoras piensan resolver esto.
Conocidas por ignorar la salud pública y pioneras en las armas de la comida chatarra, el conglomerado de las subsidiarias alimentarias hoy nos ofrecen: Cheeseburger-stuffed pizza (Pizza Hamburguesa de Pizza Hut), El Dorito-shelled taco (taco de Doritos de Taco Bell) y el Double Down (sandwich de tocino y queso de KFC donde se reemplaza el pan con tajadas de pollo frito). Así que no debe sorprendernos que luego de las tres comidas que ofrecen un máximo de calorías se pretenda agregar otra. La campaña justamente se llama “la cuarta comida” y ha sido inaugurada por Taco Bell con una propaganda en TV que le dice a los niños que “todos hoy comen la cuarta comida”, que la mejor cena es después de la cena. Hasta está respaldada por un sitio web y un teléfono que le ayuda a seleccionar su chatarra preferida. Aunque la campaña de la cuarta comida se inició en el 2006, es notable la persistencia de las compañías de alimentos en momentos en que la epidemia de la obesidad es ya una emergencia. Y persiste justamente porque ese tipo de propagandas no está regulado.
Datos de las Ciencias Sociales ilustran esta tendencia. En el 2010 y el 2011, por ejemplo, investigadores de las Universidades de Yale y A&M de Texas encontraron que las propagandas cambian las expectativas de los niños y subsecuentemente amoldan sus deseos culinarios. Igualmente la Academia Americana de Pediatría reportό recientemente la asociación entre la obesidad y las propagandas en TV de comida chatarra.
En términos de cambios culturales, las corporaciones de alimentos están invirtiendo a largo plazo en esta revolución de comida. Pueda que hoy parezca tonto, pero no lo será cuando la nueva generación de obesos crea que “la cuarta comida” es igual que el desayuno, almuerzo o comida. No se asombre, ni pregunte porqué, la respuesta está en su TV, en su sitio web preferido o en su Smartphone.