Read article by Dr. Marion Nestle from her blog here
En lo que Noticias Bloomberg llama “la batalla epidémica”, las compañías de alimentos están haciendo todo lo posible para evitar que las Naciones Unidas emitan un comunicado que diga todo acerca de cómo el mercadeo de alimentos promueve la obesidad y las relacionadas enfermedades crónicas.
La asamblea general de la ONU se reunirá en Nueva York en Septiembre 19 y 20 para desarrollar una respuesta global a la obesidad y al aumento de las enfermedades relacionadas no comunicables y cronicas (cáncer, enfermedades cardiovasculares, respiratorias y diabetes tipo 2 que ahora experimentas ambos países ricos y pobres alrededor del mundo.
Como la Historia de Bloomberg explica
Representantes de compañías se han unido a líderes políticos y grupos de salud para realizar un plan que revierta la creciente ola de enfermedades no comunicables. En la mesa están las propuestas para luchar contra la obesidad, cortar con el uso del tabaco y el alcohol y expandir el acceso a medicinas para atacar las terribles dietas y estilos de vida que causan tres de cada cinco muertes alrededor del mundo. En riesgo para los vendedores de bocaditos, bebidas, cigarrillos y drogas es un mercado con ventas combinadas de más de 2 trillones de dólares el pasado 2010.
Comentando acerca de la colaboración de las compañías de alimentos en este esfuerzo:
“Es como hacer que Drácula opine acerca de la seguridad de la sangre” dijo Jorge Alday, director asociado de las políticas de la Fundación Mundial del Pulmón, quien defiende el control del Tabaco. El cabildeo, para socavar el asunto, es intenso. De un lado estan las corporaciones de alimentos con fuertes intereses financieros en la venta de sus productos (chatarra) en los países en desarrollo. Derek Yach, por ejemplo, ejecutivo de PepsiCo, argumenta que el Jornal Medico Británico es muy simplista para recomendar cambios nutricionales para reducir los riesgos de las enfermedades crónicas. (Claro que lo es, pero por seguro que cortar en comida rápida, chatarra, y bebidas debería ser un paso inicial).
Del otro lado están los defensores de la salud publica preocupados por los conflictos de intereses en la Organización Mundial de la Salud, igual en el reporte de la ONU por el Derecho a los Alimentos de Olivier De Schutter, quien escribe que este es el chance que no se debe perder para abolir las malas dietas”
Basado en varias visitas de investigación a los países en desarrollo, De Schutter hace un llamado para la adopción de iniciativas como poner impuestos a los productos NO saludables y, regular las peligrosas prácticas de mercadeo. Guías voluntarias no son suficientes, “los líderes mundiales no deben sucumbir a las presiones de la industria”
Si seriamente deseamos combatir el aumento del cáncer y de las enfermedades del corazón, necesitamos hacer ambiciosos compromisos para atacar las causas desde la raíz: los alimentos que comemos.
La Estrategia Global en la Dieta, Actividad Física y Salud de la Organización Mundial de la Salud debe traducirse en concretas acciones: es inaceptable que cuando vidas están en riesgo, lleguemos apenas a leves medidas de promoción que ultimadamente se basen en lo que escoge el consumidor sin tener en cuenta el lado del proveedor en la cadena alimenticia.
Es crucial que los líderes mundiales se opongan a los esfuerzos de la industria de alimentos para vender alimentos procesados, comidas rápidas, ricas en grasas trans y saturadas, sal y azúcar. Se sabe que la propaganda ejerce un profundo impacto en los niños y debe ser estrictamente regulada para evitar el desarrollo de malos hábitos alimenticios a temprana edad.
Una amplia estrategia para combatir las malas dietas debe también tomar en cuenta las políticas en la agricultura que hace posible que algunos alimentos estén más disponibles que otros. En la actualidad las políticas de la agricultura favorecen la producción de granos, ricos en carbohidratos pero relativamente pobres en macro nutrientes, a expensas de la producción de frutas y vegetales. Necesitamos cuestionar como atacar los subsidios y mejorar el acceso al mercado para los alimentos más nutritivos. Las consecuencias en la salud pública son dramáticas y afectan desproporcionadamente a aquellos que ganan menos.
En el 2004, la ONU sucumbió a las presiones de las compañías de alimentos y debilitó sus guías y recomendaciones. La situación de la salud está peor hoy y afecta por igual tanto a las personas en países en desarrollo como en industrializados. Esperemos que la Asamblea General anteponga la salud a la política esta vez.