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En la primavera del 2011, un masivo brote de Escherichia coli (E.coli) se esparció por 16 países europeos, dejando casi 3,000 casos diagnosticados y muchos más sin diagnosticar. La cepa bacterial responsable por este brote era resistente a muchas clases comunes de antibióticos, dejando muy pocas opciones a las personas afectadas.
El E. coli puede causar severos síntomas digestivos, incluyendo cólicos estomacales, diarrea con sangre y vómitos. Algunas de las cepas conllevan al síndrome urémico hemolítico, un tipo fatal de fallo renal. En el brote europeo del 2011, 852 personas desarrollaron este síndrome urémico hemolítico solo en Alemania, 32 murieron. Dentro de un mes la cepa llegó a los EEUU donde enfermó a seis personas muriendo una. Este no es un caso raro, las infecciones por contaminación de alimentos son comunes y muchas de las cepas de las bacterias implicadas muestran comúnmente resistencia a los antibióticos comunes que se prescriben. Alrededor del 70% de las infecciones con bacterias en humanos son resistentes por lo menos a un antibiótico, lo que constituye un serio riesgo en el tratamiento de brotes de infecciones por los alimentos. Un tercio de las victimas tuvo que ser hospitalizada en la primavera y el verano del 2011, cuando la Salmonella Heidelberg, resistente a muchos antibióticos se esparció por 31 estados a través de la carne de pavo molida. Por lo menos 11 personas se enfermaron y una murió antes de que 15 millones de kilos del producto contaminado sea retirado del mercado de los EEUU.
La creciente amenaza a la salud por la resistencia a los antibióticos es casi en su totalidad atribuida al uso de antibióticos en la cría de animales.
Uso de Antibióticos en Criaderos
Animales criados para consumo de carnes y para lácteos son rutinariamente tratados con antibióticos para promover su crecimiento y para reducir el riesgo de enfermedades comunes cuando se crían en grandes concentraciones en pequeños espacios. Actualmente, el 80% de los antibióticos que se usan en EEUU son destinados a los animales de las granjas. Según un reporte de la Administración de Drogas y Alimentos de los EEUU (FDA siglas en Inglés), más de 50 variedades de 20 clases químicas de anti microbiales han sido aprobadas para el uso en la cría de animales. Los más usados y más agresivamente promovidos incluyen los amino glucósidos, las cefalosporinas, los ionóforos, los lincosámidos, los macrólidos, las penicilinas, las sulfas y las tetraciclinas. Estos anti microbiales son comúnmente agregados a los alimentos o al agua de beber de las vacas lecheras, las gallinas ponedoras, los pollos, vacas, puercos, pavos y hasta el pescado.
El masivo uso de antibióticos puede fomentar la resistencia a la bacteria que puede o no causar enfermedades en los animales. Por el contacto con los trabajadores de las granjas y los desperdicios, la resistencia a las bacterias puede pasar a los humanos y a otros animales. La bacteria puede transferir la resistencia a otros tipos y clases de bacteria.
En Junio del 2010, la FDA promulgó una guía voluntaria para los trabajadores, llamando a este problema de resistencia a las bacterias “un asunto de salud pública de gran urgencia”