Bolivia: Anteponiendo lo Sagrado en la Política


Read article “The Sacred and the Death” by Robert C. Koehler* from his blog Common Wonders here

Cómo los valores entran en la politica?

La legislatura nacional de Bolivia, presionada por los movimientos indígenas y los pequeños campesinos, parece estar engendrando un asombroso precedente global en la creación de un futuro y un medio ambiente sano: establecer derechos legales para la Madre Tierra.

Del otro lado? Ay, como se puede reducir la naturaleza a si misma? el universo entero más allá del corto humanismo del amor propio, a una entidad que requiera un reconocimiento burocrático? Del otro lado, la Madre Tierra, Pachamama, en el acervo andino, es el contexto vulnerable de la humanidad, sin el cual, aunque el universo continue, nosotros no. Como dijo Bron Taylor, autor de “La Religión Verde Oscura: Naturaleza, Espiritualidad y el Futuro del Planeta”: “sistemas culturales ecológicamente mal adaptados terminarán por matar a sus habitantes”.

La legislación de Bolivia, en esencia, establece un derecho legal para nuestro propio futuro, de manera que sea un asombroso cruce de dos mundos: el mundo moderno, de la ciencia, de la tecnología, la geopolítica, el dominio corporativo, el pillaje o despojo y la guerra, con el mundo indígena asaltado en estos últimos 500 años, desconectándolo de la naturaleza y del reverente respeto por los círculos de vida.

Estos no son mundos que se van a entender por igual, pero si no se juntan, si este último es devorado por el crecimiento y el dominio occidental, sacrificando a su paso las praderas por el altar de una Gran Hamburguesa y el ilimitado crecimiento corporativo, me temo habremos perdido nuestra oportunidad de salir de este ecológico torbellino. Sin preservar la sabiduria indígena que hemos abandonado, no habrá manera de parar el crecimiento económico que como un cáncer, devora nuestros proprios recursos.

Lo que me asombra, y por esto es lo mas importante de la legislación boliviana, es que no se ha precipitado sólo por el clamor de la ciencia del medio ambiente si no también por el llamado sentido sacrosanto y reverente por el planeta. Este sentido empieza con el término “Madre Tierra”, discordante en el contexto de la legislación, que se espera nos llegue en la prosa de lo legal.

“La Madre Tierra”, declara la ley boliviana, según el reporte de Nick Buxton, en la última edición de la revista Yes!, “es un sistema vivo y dinámico hecho de comunidades indivisibles, de todos los seres vivientes, interconectados, interdependientes, y complementarios, que comparten un destino común”

La legislación, escribe Buxton, le provee a la Madre Tierra “los derechos a la vida y a la regeneración, a la biodiversidad, al agua, al aire limpio, al balance y a la reparación. La ley boliviana ordena una fundamental reorientación ecológica de la economía y de la sociedad, requiriendo que todas las leyes futuras y las existentes se adapten a esta ley de la Madre Tierra y se acepten los límites que tiene la naturaleza”.

Buxton continua mencionando que la legislación requerirá de pólizas nacionales que “se guien del Sumaj Kawsay,” un concepto indígena que significa vivir con la naturaleza y las personas en vez del actual enfoque en producir más y estimular el consumo”

Los requerimientos específicos de la ley, escribe Buxton, incluyen una transición de los recursos de energía no renovables a los renovables, la regulación y la reducción de las emisiones de gases, investigación e inversión de los recursos en energía eficiente, prácticas ecológicas y agricultura orgánica y el desarrollo de nuevos indicadores económicos que puedan evaluar el impacto de las actividades económicas. Bajo esta ley, las compañías y las personas se harán responsables de cualquier contaminación ambiental que causen y se obligará a reparar los daños.

No debe sorprender, que las industrias mineras y agrícolas a gran escala hayan recibido esta legislación con poco o nada de entusiasmo, pues amenaza sus jugosas ganancias. Sus “aliados” en el gobierno, escribe Buxton, van a querer asegurarse de que esta ley no tenga un poder real y que quede “nada más que como un último dictamen insignificante”

Más allá de Bolivia y Ecuador, quienes hace dos años incorporaron los derechos de la naturaleza en su nueva constitución, en otras naciones del tercer y cuartos mundos, los indígenas tienen poco o ningún poder político y sus modos de vida y la conciencia que la sustenta, son parte de museos históricos, pero no una realidad actual. Lo sagrado de La Madre Tierra no es algo que se tome muy en serio, lo que significa que en la entretenida política se tomaría como una broma.

En el mundo al que muchos estamos acostumbrados, lo sagrado es una reliquia de la antigüedad, la naturaleza significa apenas un parque protegido localmente, al que a veces se le designa una admisión monetaria individual, pero que se desea explotar. El planeta que nos sustenta puede ser “bonito” (algunos lugares) pero no es un organismo vivo (o eso pensamos). Esta conciencia de que el universo es inerte y que nuestros deseos es todo lo que importa, es menor religión que creer que la Madre Tierra es sagrada, pero sólo es reconocida como tal por sus defensores.

Repito las palabras de la legislación boliviana: “la Madre Tierra es un sistema vivo y dinámico hecho de comunidades indivisibles de todos los seres vivientes, interconectados, interdependientes, y complementarios, que comparten un destino común”

Podremos reparar el mundo con este fundamento?

Robert C. Koehler, es un galardonado periodista pacifista estadounidense

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